La obra toma como punto de partida el taller de ebanistería donde trabaja en cada uno de los proyectos. Un espacio en el que los vestigios y restos de diferentes métodos de producción, desvinculados del contexto actual, cobran significado, así como el uso de técnicas manuales como la talla o la marquetería con las que logra combinar diferentes materiales, tanto los acabados de carácter ornamental como los industriales. Un contraste que se traslada a los acabados que nos proporcionan las diferentes capas superpuestas y la sinuosidad de las formas, mediante la técnica del ensamblaje de cada molde, moldura o canto. En el trabajo predomina el proceso, la recuperación y el valor de suscitar nuevos espacios. Al tiempo que dota cualquier escenario de madera en una imagen de apariencia única. Las piezas de naturaleza pictórica instalativa recuerdan la relación entre imagen y arquitectura de la premodernidad, donde interrelaciona dos mundos, el ornamental y manual con la manufactura industrial serial, además de conectar dos épocas, la fordista con la posfordista.
En este proyecto en particular juega con el espacio y las escalas para conseguir que el público logre una observación activa, propia de una instalación pensada para provocar un impacto y un diálogo gracias a los diferentes lenguajes que va descubriendo entre la superfície y sus bordes. Un proceso de construcción consciente de su tiempo y del medio que construye mediante un proceso manual de materialización, con la intención de reactivar procesos olvidados u obsoletos que recupera y reutiliza -memoria productiva y reutilización económica-. El poder visual reside en los márgenes, en el juego y en la exploración de los límites, en los residuos de la sociedad que adquieren importancia en la configuración de una propuesta que revela lo ahora invisible y que se abre a un sin fin de posibilidades.