El proyecto Contra desborde fue desarrollado originalmente para la programación del espacio Algo Algo Editorial. Posteriormente, fue expuesto dentro del programa PAM22 en la Universitat Politècnica de València. En cada una de sus presentaciones, la instalación se adapta al espacio que la acoge, manteniendo el núcleo conceptual y escultórico del proyecto, pero reformulando su disposición y activando nuevas relaciones con el contexto arquitectónico y expositivo.
Este proyecto parte de una acción continuada en un espacio de trabajo. Mi situación me encuentra en un antiguo taller de ebanistería, a caballo entre formas de producción totalmente manuales y otras más fordistas (fabricación en serie y aspectos automáticos). El estar ahí se torna extraño en el momento en el que aparece un enfrentamiento entre dos mundos: uno posfordista que se encuentra en el exterior, donde el cuerpo se encuentra alejado del objeto que produce, y un raro interior donde se parece esperar precisamente lo contrario, un completo entendimiento de ensamblaje que ordene el sentido de todos los fragmentos de un objeto por venir.
Pudiese parecer que el mismo hecho de entrar al taller supusiese un gesto arqueológico, donde una mirada como la mía, cuyo contexto de partida es post (fordista, historia, moderna y un largo etcétera) tiende a mirar todo lo que está ahí dentro desde un repaso histórico, a ‘contrapelo’ (en el sentido benjaminiano del término, centrándose en todos los relatos perdedores) excavando entre los restos, de objetos obsoletos y extrañados (no siguen el sentido del capital y no se acoplan a sus flujos), para ver qué se puede activar en el presente, entendiendo cómo su obsolescencia ayuda a definir el contexto vigente hoy.
Así, este extrañamiento se encarna en forma de instalación en diálogo con los materiales allí abandonados, dejados de lado (enmarcándose en aquello que Brian Holmes denomina dispositivo artístico, donde las prácticas artísticas se incorporan a otras prácticas de investigación con el fin de desnormalizar las formas de pensamiento allí realizadas). Atravesando cuestiones que van desde el trabajo manual hasta los cambios de paradigma con respecto a la producción mercantil, la idea de ornamento o los flujos de significación realizados desde la imagen, la obra es la construcción de un escenario de madera, de carácter pictórico en tanto que recupera la relación imagen-arquitectura de la pintura premoderna, donde en las propias paredes van aconteciendo estas formas extrañas, antaño ornamentos, fragmentos, pruebas. Desde su aparición o desde su ausencia, generan un espacio infamiliar.